CALI: LA SUCURSAL DEL CINE
Agotado por el desencanto, Andrés Caicedo me escribió en una carta, a comienzos de la década del setenta, una frase lapidaria: "…tal vez podamos hacer cine en el año 2000". Acababa de abortar el rodaje de su mediometraje de ficción titulado Angelita y Miguel Angel, codirigido con otro mártir de nuestro universo audiovisual, el inolvidable Carlos Mayolo. Han rodado los años con una velocidad desordenada y no queremos que el futuro pase sin que nos demos cuenta, parafraseando a uno de los personajes de Nos amamos tanto de Ettore Scola. El lejano año 2000 de Caicedo es, horror, un asunto pretérito. Ha llegado el momento de que Cali pueda contar con un espacio concebido para la cinefilia, luego de tanto tiempo de aventuras, nostalgias y frustraciones.
No es exagerado recordar el hecho de que en la capital del Valle del Cauca, hemos sido pioneros de los principales acontecimientos en la accidentada historia del cine colombiano. Aquí se filmaron las primeras imágenes en movimiento, según los testimonios que recogió Hernando Salcedo Silva en sus "Crónicas del cine colombiano 1897-1950". Aquí se rodó el primer largometraje de ficción, a partir de la novela "María" de Jorge Isaacs, bajo la dirección de Máximo Calvo y Alfredo del Diestro. A tumbos, han pasado los años y, volviendo a los setenta, aquí construimos un nuevo renacimiento alrededor del impulso del Cine Club de Cali y la revista "Ojo al Cine"; nacieron películas documentales y experimentales que ayudaron a consolidar nuestra identidad audiovisual. Pero para poder hacer buen cine había que ver buen cine. En aquel tiempo, era muy difícil ser un espectador riguroso. Había que escarbar con paciencia sobrenatural en las bodegas de las distribuidoras o, si se contaba con fortuna, viajar a otras latitudes para ser testigo de primera mano del nacimiento de nuevas obras maestras en, cómo no, los festivales. No había ni Betamax, ni VHS, ni mucho menos DVD ni copias piratas en las esquinas a dos mil pesos. En Cali el cine era una actividad fantasmal e inasible, hija de otras latitudes, a la que poco a poco comenzamos a domar y a hacerla nuestra. La generación de quien les habla pasó primero por la experiencia del documental para luego, sin pedir demasiados permisos, colarnos en el universo de la ficción. Agarrando pueblo, la película que hicimos con Carlos Mayolo en 1978, marcó ese tránsito y sirvió como impulso a lo que luego, jocosamente, llamaríamos "Caliwood". A lo largo de la década del ochenta convertimos a nuestra ciudad en un inmenso set, tratando de emular lo que Andrés Caicedo describiría en su relato fantástico titulado "Los mensajeros". En dicho relato, Cali era la capital mundial del cine, llena de estudios, de estrellas y de leyendas. Por aquellos felices años ochenta nacieron títulos que hoy forman parte de nuestra historia: Tacones, Carne de tu carne, La mansión de Araucaima , A la salida nos vemos, El día que me quieras y Pura sangre. En 1993, Sandro Romero publicó su novela "Oraciones a una película virgen" donde se registra, por las vías de la ficción, esa fiesta sin fin donde se vivía para rodar y rodar. Lo que conocíamos como "Caliwood" se interrumpió después del rodaje de La mansión de Araucaima de Carlos Mayolo en 1986 y sólo se volvió a hacer otro largometraje de ficción 18 años después cuando Antonio Dorado dirigió El Rey.
La vida sigue su curso y una nueva generación de directores vallecaucanos continúa manteniendo el impulso vivo. Cuando todos comenzaban a darle, una vez más, los santos óleos a Caliwood, otros directores caleños se han encargado de demostrar el misterio de la resurrección. Ahora hay un nuevo resurgir de Caliwood pues después de El Rey ha habido varias películas dirigidas por caleños, entre ellas Satanás de Andi Báiz, El sueño del paraíso de Carlos Palau, Perro come perro de Carlos Moreno, Cuarenta de Carlos Fernández de Soto, Yo soy otro de Oscar Campo, La sangre y la lluvia de Jorge Navas y El vuelco del cangrejo de Oscar Ruiz. Y actualmente se encuentran en proceso de producción Todos tus muertos de Carlos Moreno, La Reina de Antonio Dorado y La Sargento Matacho de William González.
Gracias a la Alcaldía y a la Secretaría de Cultura y Turismo Municipal, podemos contar con el sueño, antaño improbable, de un festival de cine con personalidad y con principios. Hace años, ir a un festival de cine era un lejano sueño para los privilegiados. Hoy, hemos querido que si Mahoma no puede ir a la montaña, la montaña vendrá a Mahoma. En este 2º Festival Internacional de Cine Cali será "La Sucursal del Cine": exhibiremos más de 200 películas, casi todas ellas de entrada gratuita, escogidas con rigor y, al mismo tiempo, con inmenso placer. A diferencia del año pasado, esta segunda edición será competitiva y se otorgarán los premios "María" en homenaje a la película fundacional de nuestro cine.
Hoy queremos que Caliwood no sea tan sólo un chiste del pasado, sino una broma que queremos mantener viva a través de nuestro festival de cine. Un festival que confirma, a su vez, que estamos en una ciudad donde se piensa a través de una cámara y se proyecta la vida en la luz de una pantalla. Las grandes ciudades del mundo tienen festivales de cine. En Colombia, se consolidan otros. Cali, necesariamente, debería tener un festival. Pero un festival con personalidad propia, producto de nuestras curiosidades y de la urgencia de estar al día en lo que sucede en próximas y lejanas latitudes. Una vez más, Andrés Caicedo tuvo la razón. No sólo estamos haciendo cine después del año 2000, sino que estamos consolidando la posibilidad de echarle ojo al cine del mundo con atención, sin tener que salir de casa. Por eso, una vez más, parafraseando al parafraseado, "por eso yo regreso a mi ciudad".
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Luis Ospina
Director Artístico
Festival Internacional de Cine de Cali
SECRETARÍA DE CULTURA Y TURISMO
MINISTERIO DE CULTURA
CALI, UN NUEVO LATIR
SECRETARIA DE CULTURA Y TURISMO DE SANTIAGO DE CALI
EL PAÍS
PROARTES
HISTORIA DE CALI
Santiago de Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, segunda ciudad de la República de Colombia, ha sido testigo de 470 años de historia. Cálida y alegre ciudad, ofrece al visitante -además de la ya proverbial amistad de sus gentes- no pocos lugares de interés, monumentos históricos y arquitectónicos, plazas, parques y museos, iglesias, calles que nos hacen retroceder con nostalgia en el tiempo...
Y cuando llega la noche, con su fresca brisa, Cali abre las puertas a la alegría contagiosa de sus centros nocturnos, donde la salsa se baila con la mayor de las destrezas. Pero hay más... porque por Cali, pasan de manera permanente los mejores intérpretes de la música popular, el teatro y en fin todas las expresiones de la cultura y las bellas artes y en sus fines de semana en los centros recreativos la bella figura de las caleñas adorna la amplitud de su paisaje.
Santiago de Cali es el epicentro de Colombia sobre el Pacifico. Su gente cálida, alegre y amable, quienes reciben con gran afecto y sencillez a sus visitantes, se convierte en el mayor atractivo de esta ciudad cosmopolita, de imagen nacional e internacional. Los días soleados se complementan con la agradable brisa que de la cordillera por los Farallones refresca las tardes caleñas. No obstante, los alrededores naturales que tiene la ciudad, permiten en pocos minutos disfrutar de ambientes campestres con clima templado.
Los ríos y quebradas que circundan la ciudad son un atractivo para que el turista disfrute su permanencia. Igualmente cuenta con una completa infraestructura deportiva y recreativa, lo que la hace modelo a nivel mundial en el campo de la recreación popular.
A orillas del río Cali y sus alrededores encontrará el turista edificios y monumentos que constituyen el patrimonio histórico de la ciudad. Sus museos y teatros también guardan la tradición y crecen en sus vegas. La naturaleza es cuidada con esmero, inmensos parques en el centro de la ciudad dan fe de porqué la ciudad merece el titulo de Municipio Verde de Colombia.
Santiago de Cali es además una ciudad empresarial cuya infraestructura ofrece todas las facilidades para las reuniones de negocios, el alojamiento, las compras, la gastronomía y la diversión. La actividad cultural y artística permanente tiene su máxima expresión cada dos años en el Festival de Arte y se complementa cada diciembre con la programación de la Feria de Cali.
La Sultana del Valle cuenta con una bella arquitectura urbana punto de convergencia entre las realizaciones contemporáneas y los barrios tradicionales en donde se conservan museos, iglesias y teatros declarados hoy monumentos nacionales. Estos valores arquitectónicos cuentan con el más bello marco natural formado por los cerros de Cristo Rey y las Tres Cruces y la colina de S